Un hombre ama a una mujer, porque la cree superior. En
realidad, el amor de ese
hombre sefunda en la conciencia de la superioridad de la
mujer, ya que no podría
amar aun ser inferior, ni a uno igual. Pero ella también lo
ama, y si bien este
sentimiento lo satisface y colma algunas de sus
aspiraciones, por otro lado le
crea una gran incertidumbre. En efecto: si ella es realmente
superior a él, no
puede amarlo, porque él es inferior. Por lo tanto: o miente
cuando afirma que lo
ama, o bien no es superior a él, por lo cual su propio amor
hacia ella no se
justifica más que por un error de juicio.
Esta duda lo vuelve suspicaz y lo atormenta. Desconfía de
sus observaciones
primeras (acerca de la belleza, la rectitud moral y la
inteligencia de la
mujer) y a veces acusa a su imaginación de haber inventado a
una criatura
inexistente. Sin embargo, no se ha equivocado: es hermosa,
sabia y tolerante,
superior a él. No puede, por tanto, amarlo: su amor es una
mentira. Ahora bien,
si se trata, en realidad, de una mentirosa, de una
fingidora, no puede ser
superior a él, hombre sincero por excelencia. Demostrada,
así, su inferioridad,
no corresponde que la ame, y sin embargo, está enamorado de
ella.
Desolado, el hombre decide separarse de la mujer durante un
tiempo indefinido:
debe aclarar sus sentimientos. La mujer acepta con aparente
naturalidad su
decisión, lo cual vuelve a sumirlo en la duda: o bien se
trata de un ser
superior que ha comprendido en silencio su incertidumbre,
entonces su amor
está justificado y debe correr junto a ella y hacerse
perdonar, o no lo amaba, por
lo cual acepta con indiferencia su separación, y él no debe
volver.
En el pueblo al que se ha retirado, el hombre pasa las
noches jugando al
ajedrez consigo mismo, o con la muñeca tamaño natural que se
ha comprado.
qué bonito y qué buena escritora
ResponderEliminarGracias por este aporte. Me sirvió, lo disfruté.
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